El Samurai y el monje

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“Del Cielo y del Infierno” 

Un guerrero samurái hace camino a casa después de una larga y ardua campaña contra las tribus bárbaras de la tierras enemigas. Tiene su ropa manchada con la sangre de los enemigos y aliados por igual, y el espectro de la muerte esta pesado en su mente.

Antes de regresar a su propio pueblo, el soldado cansado toma un desvío hacia el bosque prohibido en búsqueda del sabio ermitaño. Después de varias horas caminando en el bosque, se encuentra el samurái con un monje solitario en una cabaña. 

El samurái le dice al ermitaño “Vengo en busca de su sabiduría legendaria”. El sabio levanta su cabeza y con su vista señala que continua.” He viajado a todos los rincones del reino, y más allá,” el guerrero explica. “Y creo que he llegado a conocer los caminos de este mundo. Pero sigo escuchando la gente hablar del Cielo y el Infierno. Le dice “Cada batalla en que peleo, veo más muerte y menos razón por seguir peleando”.

“Pero”, dice, ” Sigo pensando en este negocio del Cielo y el Infierno, y yo no lo entiendo. No puedo evitar pensar que el Cielo y el Infierno son sólo una promesa vacía y una amenaza infantil. Dígame, sabio, ¿hay realmente tal cosa? “

El sabio ermitaño se rasca la barbilla. Luego se aclara la garganta. Luego mira a su visitante a los ojos y le pregunta: “¿Qué clase de soldado es usted? No te ves muy valiente, y sin duda no suenas muy inteligente.
Sorprendido por estas palabras, el samurái salta a sus pies y empieza enfurecerse. El sabio continúa: “no veo la fuerza de un guerrero en usted. ¿Quién quisiera alguien como tú en su ejército? “

Con su corazón latiendo y su sangre hirviendo, el samurái prepara su espada, y agarrándolo con fuerza, dio gestión de matar. Al darse cuenta de esta agresión, el anciano dice con calma: ” Y ¿qué piensa hacer con eso? Dudo que ni siquiera sepa la primera cosa sobre cómo usar un arma. Usted no asusta a nadie”.

Al escuchar esto, el guerrero levantó su poderosa espada sobre su cabeza y le da una penetrante mirada al ermitaño. El viejo sabio ahora levanta su dedo huesudo y dice en voz baja: “Mirad, usted ha llegado a las puertas del infierno.”

El guerrero hace una pausa para darle sentido a estas palabras. Ya iluminado sobre la circunstancia, encontró lo que buscaba, vuelve su espada cuidadosamente y quedo en silencio.”

“Y ahora,” el monje concluye, “alcanzaste a las puertas del Cielo”.
Y así, el soldado se inclina ante el sabio con gratitud y continúa hacia su casa.

Parábola Japonesa

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